La recuperación de Na Bassona, un olivo milenario del Pla de Corona

El campo de Ibiza constituye uno de los principales valores del patrimonio de Ibiza, un paisaje singular y único en franca decadencia, que requiere de mucha más atención por parte de las instituciones. La historia de Na Bassona, un extraordinario y bellísimo olivo milenario situado en el Pla de Corona, pone de manifiesto que con un mayor esfuerzo por parte de todos, podemos inyectar vitalidad a un entorno que cada año se nos marchita un poco más.

La primera vez que enseñé Na Bassona a una personalidad relevante de fuera de la isla fue en 1976, coincidiendo con unas conferencias organizadas por el Consell Insular, entonces en periodo constituyente. El profesor don Amador Schiller, Rector Magnífico de la Universidad Complutense, llegó a Ibiza para participar en ellas. Quise aprovechar la oportunidad para acompañarle, junto a su esposa, a visitar el hermoso paraje del Pla de Corona, con sus almendros en flor, y rendir homenaje a este olivo antiquísimo que ya había identificado en la finca de Can Micaló, junto a una atractiva casa payesa que se encontraba en ruinas.

El árbol es una espléndida obra de arte de la naturaleza. Está formado por dos troncos nudosos y ensamblados, que se funden como si fueran mellizos. Esa es la razón de que sea conocido como Na Bassona. Con sus doce metros y medio de perímetro anclados en un terreno desnivelado, Na Bassona reina en un hermoso bancal que comparte con otros olivos hermanos, todos ellos pertenecientes a la misma época. Ejercen como testimonio de todas las culturas que han dejado su huella en Ibiza: fenicios, cartagineses, romanos, árabes y, finalmente, cristianos.

Cuarenta años más tarde, en 2016, tuvimos la oportunidad de regresar a Na Bassona, esta vez acompañando al prestigioso conferenciante Dr. Roig y a su esposa, también doctora, que se encontraban en Ibiza para participar en las Jornadas de Neumología que todos los años se celebran en el mes de mayo.

En esta segunda visita a Na Bassona, el panorama había cambiado radicalmente. Los chupones estaban literalmente devorando a su madre, que había sustituido el verdor y la exuberancia de sus hojas, por un manto semiseco, caduco y pardo, sin aliento. El olivo se estaba muriendo, olvidado y descuidado; se encontraba gravemente enfermo.

Decidí ponerme en contacto con su propietario, Juan Boned, ‘Micaló’, persona bondadosa, afable y muy conocida en la zona, para consultarle qué podíamos hacer para remediar una deriva que parecía inevitable.

Llegamos a un acuerdo: Space adoptaría este olivo milenario para tratarlo, cuidarlo y curarlo. Si la operación culminaba con éxito, su nombre, Na Bassona, estaría ligado en el futuro al de Space. Hoy podemos decir que este árbol único, que debería de estar catalogado como parte esencial del patrimonio botánico de la isla, ha recuperado su vitalidad y esplendor.

La iniciativa que emprendimos aún no hace dos años está directamente relacionada con la grave situación de abandono del campo de la isla: no se labra, no se abona, no se cuida, no se siembra, no se poda, no se restauran los muros de piedra seca, el campo se llena de vallados absurdos que parecen querer proteger no se sabe qué…

Estos olivos milenarios, testigos de nuestra historia y en muchos casos ignorados y abandonados, merecen que la administración inicie una campaña profunda, entonando un “mea culpa” por la desidia, ignorancia y falta de respeto hacia nuestro patrimonio histórico y natural.

Por eso, quisiera pedir al conseller de Agricultura que inicie un expediente para declarar esta joya Bien de Interés Cultural, de forma que su futuro quede garantizado y la iniciativa cunda en las familias y en la población.

De esta forma, es posible que aquellos que poseen olivos históricos y no disponen de medios, tiempo o conocimientos para cuidarlos, permitan que las personas que los aman puedan apadrinarlos y sanearlos, visitarlos de vez en cuando y disfrutar sus frutos antes de que se echen a perder en el suelo. Si esta idea de apadrinar olivos antiguos fuera apoyado por la máxima institución ibicenca, incluso se podría reconocer a aquellas personas que producen las mejores aceitunas y cuidan de forma óptima el árbol adoptado. Todos saldríamos ganando, incluido nuestro campo, que acabaría recuperando parte del esplendor de antaño.

Pepe Roselló

Space

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